26 mayo 2012

CUANDO LA GENTE SE ASUSTA SALE A COMPRAR DÓLARES

Lo que está ocurriendo con el mercado de monedas extranjeras y la reacción del gobierno es lo que cabía esperar cuando en una economía se ha seguido una estrategia de inflación reprimida, basada en congelamientos, controles de precios y restricciones al comercio exterior, y la gente comienza a advertir que son insostenibles

Lo natural es que la población se asuste y salga a comprar dólares, como lo hizo tantas veces en el pasado ante situaciones no muy diferentes. Más aún cuando está muy desorientada por la contradicción entre el discurso del dólar alto que ha venido haciendo el gobierno y las intervenciones del Banco Central para que el precio del dólar baje.
 
Por el momento, quienes argumentan que es imposible que se produzca una demanda desesperada de dólares por parte de la gente que el Banco Central no pueda llegar a satisfacer muestran como prueba de sus afirmaciones el alto nivel de reservas que el Banco Central aún conserva. Pero esto es una ilusión, por no decir una alucinación.

Si descontamos de las reservas, los dólares que el gobierno probablemente tendrá que usar para evitar caer otra vez en una moratoria de la deuda externa en los próximos meses, más los dólares que tienen como contrapartida a las letras emitidas por el Banco Central, que sólo serán renovadas por sus tenedores si les pagan una tasa de interés cada vez más alta y gravosa para las cuentas fiscales, los dólares que le quedan al Banco Central para enfrentar una corrida en contra del peso son insignificantes.

Por eso, y porque me parece que el gobierno no permitirá que se desboque la inflación, como lo haría si el precio del dólar se escapara, pero tampoco podrá continuar con la política de los últimos meses de vender reservas, ni permitirá que las tasas de interés que debe pagar para renovar las letras que emitió para respaldar las reservas se torne extremadamente alta, sólo le quedará acentuar los controles de cambio. Es decir, restringir fuertemente la venta de dólares para usos que no considere prioritarios.

Esta conducta del gobierno es la que debe esperarse cuando se ha llevado a la economía a una situación de inflación reprimida. Y esto deberían saberlo los autores del Plan Fénix, pero pareciera que nunca reflexionaron suficientemente sobre la experiencia inflacionaria de cuarenta y cinco años, y particularmente sobre la experiencia de la década del 80, en la que varios de ellos fueron hacedores de política económica.

Por supuesto que si se acentúan los controles de cambio aparecerá un mercado paralelo para el dólar, en el que operarán quienes no consigan comprar las divisas del Banco Central. Puede suceder, incluso, que para evitar que este mercado sea negro o ilegal autoricen un mercado libre, pero me sorprendería teniendo en cuenta la mentalidad antiliberal que predomina en el gobierno.

En cualquier caso, aparecerá una brecha entre el mercado oficial y el mercado libre o paralelo, que no tendrá un efecto muy diferente al de las retenciones. Sólo que no será una brecha diferencial ni generará recursos fiscales para el gobierno. Cabe preguntarse por qué, en lugar de seguir esta estrategia, el gobierno no incrementa lisa y llanamente las retenciones luego de dejar que el dólar aumente un poco. Esto es lo que tenía en mente hacer hasta que el campo le dijo basta.

No creo que estén en condiciones políticas de hacer un nuevo intento, que además también sería resistido por la industria, porque es inimaginable que si vuelven a devaluar, controladamente, les permitan a los exportadores industriales y a quienes compiten con importaciones aumentar los precios en la misma proporción que aumente el dólar. Ante la necesidad de conseguir recursos fiscales, la decisión lógica del gobierno debería ser aumentar también las retenciones a las exportaciones industriales e imponer controles de precios a los bienes que compiten con importaciones. Nada de esto van a poder hacer, al menos no sin transformar la sucesión de conflictos sectoriales en infernal.

Si, como es altamente probable, cuando la gente decida comprar desesperadamente dólares, se crea de hecho un mercado paralelo, las reservas del Banco Central comenzarán a disminuir por operaciones de sobrefacturación de importaciones y de subfacturación de exportaciones que fueron habituales en los períodos de multiplicidad de mercados cambiarios originados en los controles de cambio. Cuando las reservas tengan un nivel mínimo estaremos a punto de pasar del período de estanflación, que es precisamente el período caracterizado por la existencia del mercado paralelo del dólar, a un período de hiperinflación.


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