29 junio 2009

EL CULPABLE DE LA CRISIS FINANCIERA INTERNACIONAL PRESO POR 150 AÑOS

Bernard Madoff señalado por muchos como el responsable de la crisis financiera internacional ha sido sentenciado este lunes a la pena de 150 años de prisión la máxima condena posible prevista en la ley por sus delitos, que el juez Denny Chin calificó como «actos de maldad extraordinaria». Esto ha provocado los aplausos de algunas de las víctimas de la monumental estafa, presentes en la sala.

En los últimos días el juez Chin se había visto literalmente bombardeado por cartas y emails de las víctimas –muchas de las cuales lo han perdido todo a manos de Madoff- para extremar la severidad penal al máximo. La fiscalía pedía 50 años de cárcel mientras que el abogado defensor, Ira Sorkin, consideraba que si el objetivo es que Madoff no vuelva a ver la luz del día, dada su avanzada edad (71 años) con una condena de 12 años era suficiente.
Pero lo que se discute aquí no es tanto que la condena sea en la práctica perpetua –nadie se plantea otra cosa- como la dureza de su cumplimiento. Una pena menor no evitaría a Madoff pasar el resto de su vida en la cárcel pero podría mandarle a una cárcel más benévola. Con 150 años, le espera un penal de los duros, donde convivirá con delincuentes no precisamente de guante blanco, sino con asesinos, violadores, etc.
El juez no se ablandó por las dramáticas palabras que Madoff dirigió ayer a las víctimas. Si en su primera comparecencia ante el juzgado dejó una impresión de frialdad y hasta de indiferencia, este lunes se ha dado toda clase de golpes de pecho, asegurando que vive en un “tormento continuo” por haber causado “tanto dolor” y dejar tamaño legado de “vergüenza”. Dándose la vuelta para mirar a los ojos a los damnificados por su estafa, Madoff aseguró ser consciente de que su propio dolor “no ayuda” pero que de todos modos quería pedir perdón, aún sabiendo que “no hay perdón posible”.
Significativamente ha destacado que lo más imperdonable que ha hecho ha sido «engañar a mi mujer, que aún así todavía está a mi lado». Con estas palabras Madoff podría estar tratando desesperadamente de mantener a su esposa, Ruth, a salvo de las garras de una investigación federal que diera también con los huesos de ella en la cárcel.
Por ahora nadie ha imputado nada a Ruth. Pero ha tenido que desprenderse de los bienes que estaban a su nombre, y cuyo valor ascendía a unos 70 millones de dólares. A la esposa de Madoff le quedan «sólo» 2 millones y medio para gastos y para vivir. Pero no en el lujoso apartamento del Upper East Side de Manhattan que compartió con su esposo, y que también entra en el lote de lo que se va a vender para resarcir a las víctimas.
Con lo cual Ruth Madoff busca casa. Como con 2,5 millones no tiene ni para empezar –y menos al nivel que ella está acostumbrada-, busca casa de alquiler y no de compra. Y ahí aparece un nuevo problema: en Manhattan es posible comprar por empresa interpuesta pero para alquilar hay que dar la cara y el nombre. Y a Ruth Madoff nadie quiere alquilarle nada. Su dinero –el que queda de él- no vale en Nueva York.

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